la evaluación diagnóstica es un proceso que
está establecido desde hace muchos años y que los docentes deberían hacer
regularmente. Adicionalmente, en este contexto esta evaluación permitirá
conocer los niveles de desarrollo de competencias de los estudiantes,
considerando que atravesaron por un año educativo anómalo.
Si bien el Ministerio de Educación
implementó Aprendo en Casa para asegurar el acceso al servicio y no
perder el vínculo con los estudiantes, el 10% de instituciones educativas
públicas no habría podido acceder por ninguno de sus medios de transmisión,
según la encuesta de Semáforo Escuela Remoto. Asimismo, de acuerdo al sistema
Alerta Escuela, el 3% de estudiantes interrumpió el servicio educativo y el 5%
tiene una alta posibilidad de riesgo de abandonar sus estudios. De los que
sí lograron acceder al sistema, todavía queda determinar el nivel del
desarrollo de las competencias establecidas.
Bajo este contexto, la educadora Liliana
Muñoz señala que la intención de la evaluación diagnostica es poder determinar
en qué nivel de competencia o de desempeño se encuentra el estudiante. Luego, a
partir de los resultados de la evaluación, el docente puede planificar el
proceso de enseñanza.
“Probablemente lo que varía es que, al no
haber sido un año académico regular, lo que se diagnostica es en relación a lo
que se ha trabajado el año pasado, lo que ha sido real. Ese debería ser el
diagnostico, no tanto lo que se había pretendido trabajar desde el Currículo,
sino realmente lo que se ha podido trabajar con el estudiante”, considera.
Jessica Tapia, investigadora de Grupo de
Análisis para el Desarrollo (GRADE), enfatiza que una evaluación diagnostica es
un procedimiento que los docentes deberían realizar normalmente, tomando en
cuenta también que en un aula se pueden encontrar estudiantes con diferentes
niveles de desarrollo de sus competencias.
“No se puede diseñar una enseñanza sin una
mirada previa de dónde están los chicos. En este contexto es particularmente
relevante porque además estas diferencias, que todos los chicos tienen en
relación al desarrollo de sus competencias, se han acrecentado con la pandemia
por diversos factores. Muchos están relacionados con el acceso a la tecnología.
[..] Entonces esas diferencias que naturalmente existen en un aula en relación
con los aprendizajes, en este contexto se han acrecentado. Por eso diría que la
evaluación diagnostica es particularmente relevante, para saber dónde están los
chicos, qué han aprendido”, detalló Tapia.
El exministro de Educación Daniel Alfaro
reflexiona que las evaluaciones diagnosticas se darán en un contexto en el que
se necesita conocer hasta qué punto se han podido llegar con los
aprendizajes del año pasado y cuál es la brecha que tenemos con respecto a
lo que se esperaba lograr. “Sirve para que en el 2021 puedan implementarse
todas las estrategias necesarias para revertir esta situación”,
¿Cómo se realiza esta evaluación?
Según la resolución viceministerial N°
273-2020, los docentes realizarán su evaluación diagnóstica basándose en
diversos insumos como el registro en el Sistema de Información de Apoyo a
la Gestión de la Institución Educativa (SIAGIE), entrevistas a familias,
portafolios que reúnen los trabajos realizados el año anterior, carpetas de
recuperación y evidencias de aprendizajes diseñadas por docentes.
Si el docente, luego de revisar la
evidencia o los trabajos que hicieron los estudiantes el año anterior, se da
cuenta que no hay suficiente información para determinar que sí han logrado,
por ejemplo, interpretar textos, según el grado en el que estén, se podría
diseñar nuevas situaciones de aprendizajes. “El Minedu dice que ‘si no te
es suficiente, propón nuevas actividades para que los chicos desarrollen y, a
partir de ahí, inferir lo que están logrando y lo que no’”, detalla Tapia
Soriano.
“Les podemos pedir a los estudiantes narrar
de manera oral o escrita lo que hicieron en este periodo donde no ha habido
contacto con sus profesores. Esa podría ser una experiencia de aprendizaje que
permita al profesor identificar algunos criterios, respecto a la competencia
comunicativa, ya sea la parte oral o escrita. Podría plantearse también otras
situaciones que permitan, de acuerdo a criterios establecidos, identificar qué
aspectos han logrado y qué aspectos se pueden mejorar”, dice Muñoz. Eso
sí, señala, este diagnóstico “tampoco tiene que generar una tensión en el
estudiante, tiene que ser algo natural”.
Tapia señala que, a lo largo del 2020,
el Ministerio de Educación propuso que los docentes pongan más
énfasis en la evaluación formativa, preocupada más en recoger información para
la mejora del aprendizaje y no tanto en la calificación. “Se trata de
concentrarnos más en el proceso donde los chicos van aprendiendo y qué se les
hace más difícil. En función de eso, retroalimentar y promover la mejora
continua”, explica.
¿Por qué es importante fijarnos en los
aprendizajes?
El exministro Alfaro recuerda también que
antes de la pandemia veníamos ya arrastrando brechas en cuanto a aprendizajes
que debíamos revertir. Puso como ejemplos los resultados de las
evaluaciones nacionales de logros de aprendizajes. “Cuando ves los resultados
de la evaluación en progresión a lo largo de los grados, de 2° de primaria, 4°
de primaria y 2° de secundaria, estos van cayendo los logros satisfactorios”,
indica. “La escuela todavía tiene serios retos para aumentar tu capacidad de
mejorar en el tiempo. Se llaman aprendizajes a lo largo de la vida. Parece que
no acumulas aprendizajes para crecer, sino que la acumulación de aprendizajes
todavía tiene un rezago que se nota en una menor rendición de estas pruebas”,
indica.
Asimismo, mencionó que las razones de los
resultados bajos de las pruebas nacionales para 2° grado de primaria en 2018 y
2019 tienen en común dos antecedentes concretos en el 2017: el Fenómeno
del Niño Costero y la prolongada huelga de maestros. “Esos dos
efectos adversos pegaron con mayor intensidad en el último año de inicial y el
primer grado de primaria que son dos momentos estratégicos para desarrollar la
lecto-escritura”, dice. “La idea hubiera sido que en el 2020 y 2021 se
pueda revertir esa situación que venía desde antes, pero nos llega la pandemia.
Se están juntando efectos adversos en el 2017 y en el 2020 que están afectando
a un mismo niño o a una misma niña”, añade. En esa línea, el exministro dice
que además de las evaluaciones diagnosticas que se hagan ahora se debe
contar “con un mecanismo de evaluación que permita identificar los
impactos acumulativos que están teniendo las diferentes adversidades en el
país”.
El reto de la evaluación para los docentes
La aplicación del nuevo Currículo Nacional
se basa en migrar de una enseñanza basada en la acumulación de conocimientos a
un método que promete una educación por competencias. “Es una educación
que te ayuda a desarrollar habilidades para resolver problemas, que te ayude
comunicarte mejor, tener más seguridad, ser mejores ciudadanos”, resume el
exministro Alfaro.
En ese cambio de enfoque, la evaluación que
se aplica es la formativa, lo que implica un reto para los docentes, quienes no
han sido formados con esa competencia. “Los docentes tienen que diseñar
actividades que demande pensamiento crítico, de alta demanda cognitiva, tienen
que observar con criterios claros y tienen que interpretar esa evidencia. Son
muchas habilidades para las cuales los docentes no están formados. Ese es el desafío.
Necesitamos enfocarnos en la formación de los docentes, porque estos temas de
evaluación formativa son complejos y, a la vez, claves. Son claves para mejorar
la enseñanza y, por lo tanto, el aprendizaje de los chicos”, indica Tapia.
En consecuencia, Tapia considera que el
Minedu debe acompañar intensamente la capacitación de docentes. “Tiene que
ponerle muchísima fuerza para acompañar la formación en servicio del docente.
El acompañamiento que hagan tiene que ser intenso y muy sostenido en el tiempo”,
señala.
A eso añade el exministro Alfaro que la
estrategia debe también conducir a una reforma en la educación superior
pedagógica. “Tenemos que asegurar que los docentes que estamos formando tengan
esas competencias instaladas. Ahora les sumaría la competencia de educación a
distancia y la competencia de contención socioemocional”, indica y recuerda que
las 2/3 partes del presupuesto del Ministerio de Educación se destina
a las remuneraciones docentes. “Tiene sentido que la calidad de docente
que podamos formar hacia el futuro sea la mejor posible para que el mayor gasto
que hacemos como sociedad tenga el mejor retorno para el bienestar del país.
Desde ese punto de vista, no tiene sentido seguir postergando la reforma de la
educación superior pedagógica y así avanzar con la seguridad de que se está
implementando un currículo nacional de acuerdo a competencias”, finalizó.